El arquitecto Antoni Gaudí falleció de forma traumática en 1926, después de que lo atropellara un tranvía, dejando su obra más ambiciosa, la Sagrada Familia, sin terminar. En ese momento solo había podido concluir una de las fachadas laterales, la de la Natividad, y la cripta, donde precisamente fue enterrado. Desde entonces, sus discípulos han continuado los trabajos sorteando toda clase de problemas, sobre todo económicos, hasta que la llegada masiva de turistas a Barcelona y al templo han permitido...