Hay muchos olores que tenemos grabados a fuego en nuestra memoria olfativa: el de los bizcochos de nuestra abuela, el de la casa del pueblo los veranos, el de sábanas limpias al meternos en la cama, el del café recién hecho por las mañanas, el césped recién cortado cuando paseamos por la calle... Y el de Nenuco. Seguramente el olor a Nenuco, un recuerdo que está en toda la memoria olfativa colectiva de nuestro país.
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