La democracia se parece al cuerpo humano. Sus órganos, separados según sus funciones y ubicación, trabajan juntos formando un sistema y un conjunto de sistemas, que deben mantener la armonía para garantizar la sobrevivencia. Las enfermedades pueden atacarlo, pero si tiene los sistemas defensivos activados, el mismo cuerpo combate la enfermedad y resuelve el desafío. Un órgano importante puede llegar a fallar, pero con las medidas terapéuticas adecuadas ese órgano puede sanar u hoy en día incluso ser reemplazado.