A los niños se les asustaba antes con el Coco, hoy los acecha un peligroso jaguar, que los devora poco a poco. En apenas dos años, el hambriento jaguar, de manera cruel y contraproducente, se comió la inversión social cuyo objetivo es favorecer a las niñas y los niños que más lo necesitan.
El jaguar arrasa con sus becas para ir a la escuela y el colegio, sus cupos en la red de cuidado infantil, sus alimentos en los CEN-Cinái, con la vivienda de interés social para que sus familias tengan un techo digno.