Hace ya semanas me dejé decir que, debido a su retórica atolondrada, el ministro Óscar Puente nos iba a dar grandes tardes de risa y combustible a los satíricos. Me complace comprobar que, pensando siempre en el bien y la alegría del prójimo, se esfuerza al máximo en no defraudarnos. Él ministro de transportes ha llamado a su jefe «el puto amo» y ha salido en tromba a justificar, como si fuera un éxito y una cosa normalísima, que su líder esté desatado escribiendo cartas histriónicas a todo aquel que se le ponga por delante...