Hace unas semanas, conversando con dos amigas sobre el futuro de sus madres, ambas marroquíes, me contaban cómo ahora atisbaban las consecuencias de los años en los que sus madres trabajaron sin contrato de trabajo. Al ser migrantes, sus empleadores no regularizaron su situación, ellas continuaron ante la falta de información o alternativas, el tiempo pasó y ahora, casi en edad de jubilación, el único horizonte es dejar de trabajar cuando ellas decidan, pero sin cobrar un sólo euro de pensión.