«Cae gota a gota», escribió Luis García Morales en El río siempre, hasta el momento el poema mayor que se ha escrito sobre el Orinoco:
«Cae gota a gota en lo profundo del bosque como rocío y gota a gota desde lo profundo del bosque llega a mí» antes de convertirse en lo que él se convierte a lo largo de los prodigiosos poemas del libro cuando el río llega como un hilo, como una serpiente, como una turbulencia; como caballo, toro, onza; como penumbra, sombra, noche; como tesoro, como magia como sortilegio...