Es inevitable: con el paso del tiempo, nuestro cuerpo cambia. Pero eso no quiere decir que tengamos que renunciar a determinadas prácticas de belleza que se asocian socialmente con la juventud, como, por ejemplo, un buen rabillo del ojo. Es cierto que, según vamos cumpliendo años, puede resultar un poco complicado dar con los tonos que nos hagan sentir más rejuvenecidas, ya que el mítico negro lo empezamos a sentir un poco alejado de nuestra edad.
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