A través de la televisión vi un espectáculo marítimo que me impresionó, de esos que provocan el inhalar y sostener el aire por unos segundos con la boca abierta.
Fue el pasado miércoles 8 de mayo, cuando la ciudad portuaria de Marsella recibió con entusiasmo la llegada de la llama olímpica a suelo francés. La ceremonia, marcada por un desfile marítimo monumental encabezado por el legendario Belem, vio cómo la antorcha pasaba de mano en mano, simbolizando la unidad y la celebración deportiva que se avecinan.