Contra todas las adversidades posibles, el Real Madrid salió líder de Mestalla, tras remontar el partido cuando ya se temía lo peor, pues el choque había ido inclinándose hacia lo más malo. Le había costado todo un mundo llegar a la portería contraria y marcar: había fallado un penalti, le habían anulado un gol por un fuera de juego milimétrico, pensaba que el tanto del Valencia había sido precedido de una falta y, lo último, había sido la expulsión de Vinicius porque Dimitrievski, más listo, le dio un cachete...