A partir de mañana, ya no habrá más Cersei Lannister, ni más dragones, ni más Poniente; y habrá quienes respirarán con alivio a causa de ello, especialmente aquellos que consideran que «Juego de tronos» encarna las formas más vulgares de entretenimiento. Y, aunque no es difícil entender sus motivos –no hay más que recordar que el primer episodio de la serie incluía tres decapitaciones, cuatro episodios de sexo apenas consensuado y seis desnudos frontales femeninos–, incluso esas voces disidentes...