Elogio a las mascotas
Es casi la medianoche de la Nochebuena y silban cachiflines, revientan bombetas, retumba el cielo, se prende la noche con luces de colores y se escucha gran algarabía. Quienes prenden y lanzan esos fuegos artificiales deben sentirse felices; en cambio, mi mascota no lo está.
Lili, como le puso mi hijo mayor hace nueve años cuando la trajimos a casa, tiembla, su corazón se escucha acelerado, su mirada de perrita chineada refleja terror ante cada estallido. Mientras tanto, mi hijo menor la abraza...