Estamos salvados
Acabo de salir del festival de fin de curso de mis hijos y puedo anunciarlo con cierta tranquilidad: estamos salvados. Si el futuro dependiera exclusivamente de las coreografías, las canciones y los carteles de colores fosforitos, el mundo que viene sería un lugar sostenible, inclusivo, fraternal y con una gestión impecable de los residuos. No habría guerras, ni fronteras emocionales, ni animales abandonados. Todo se reciclaría: el plástico, los errores y, probablemente, hasta los enfados.
La...