Cuando este viernes José Enrique Escardó leyó el comunicado por el que oficialmente el Sodalicio admitía su disolución por orden del Papa, se permitió dejar caer las lágrimas que tenía acumuladas desde hace tiempo. «El dolor de tantas víctimas ha dado un resultado inmenso. Y yo empecé esto y no lo dejé. No había tenido tiempo para llorar. Ahora sí». No en vano, este peruano lleva 25 años gritándole al mundo que lo que se presentaba como un movimiento católico para regenerar la Iglesia, en realidad era lo que él denunció como una secta.