Querido Juan, mucho lamentaría tener que sacar del cajón de mi despacho la bandera de España a la que me comprometí aquel día. Te conocí hace bastantes años. Fuiste mi presidente primero, y poco a poco, con los post scriptum que me enseñaste a escribir, nos reconocimos, mi profesor, mi preceptor y mi amigo.
Lo primero para ti siempre fue España. Un Orgullo. Y nuestro querido José Antonio, entre la saña de un lado y la antipatía del otro ¡nunca estarían matándose por los campos de España!