Un reciente estudio ha reflejado una de las preocupaciones más importantes en torno a la inteligencia artificial (IA): su huella de carbono. Según la investigación publicada en Frontiers of Environmental Science & Engineering, el crecimiento y la popularidad de estos sistemas está llevando consigo un consumo energético alarmante. A medida que se desarrollan modelos más complejos y robustos, como el caso de GPT-4 de OpenAI, la energía necesaria para operarlos se incrementa de forma notable...