Hace miles de años, las personas habitantes de la Tierra eran excelentes cazadores por su alimentación, aunque había quien se preocupaba de guardarlos vivos por su producción posterior. Se pasaban horas y días observando a sus presas. Cubrían sus cuerpos sólo cuando tenían frío. La vigilancia a los animales les enseñó ver peleas entre ellos por conseguir la hembra del lugar. Éstas personas estaban interesadas en la carne que les produciría para su alimento. Pero de paso aprendían del comportamiento de algún herido.