Primero en un discurso de largo aliento en La Sorbona, después en un diálogo con la revista británica The Economist, el presidente francés, Emmanuel Macron, lanzó hace pocos días un sombrío mensaje continental. “Nuestra Europa es mortal; puede morir”, dijo en su primera intervención. Su fin podría llegar “mucho más rápido de lo que pensamos”, advirtió en la segunda.
Destacó tres impulsos que, si no se revierten, producirían el posible desenlace: los geopolíticos, los tecnoeconómicos y los políticos.