Los electores vascos, como los fumadores en pipa de La caída de Camus, que contemplaban eternamente la misma lluvia cayendo en el mismo canal, depositan la misma papeleta en la misma dirección desde hace cuarenta años. Salvo el trienio bobo de Patxi, el nacionalismo ha dirigido siempre los destinos de esta región, ora en solitario o apoyado en formaciones diversas. Una secta unánime basada en un discurso xenófobo y reaccionario que antepone el pueblo al individuo y que cosecha indestructibles...