Un mes se cumplió ayer de la huida de la familia Asad a Rusia y de la inesperada entrada en Damasco -tras una fulgurante operación militar- de las nuevas autoridades sirias, lideradas por Hayat Tahrir al Sham (HTS), una organización nacida de Al Qaeda que insiste en marcar distancias con las ideas y praxis yihadistas de sus orígenes. Muchos más son los interrogantes que las respuestas que plantea, por ahora, la supuesta transición -sin que se sepa aún hacia dónde- que pilotan los islamistas desde hace justo cuatro semanas.