En el nuevo orden mundial, China no solo tiene un lugar destacado, sino que posee todo lo necesario para ser la potencia a seguir. Un ejemplo es la megaconstrucción del puente de Shenzhen-Zhongshan, de 24 kilómetros con túneles submarinos.
Mientras que normalmente un proyecto de esta magnitud podría durar más de una década sin retrasos, en China comenzaron esta obra maestra de la arquitectura en 2017 y ya está terminada.
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