El apelativo de “siempre fiel isla de Cuba”, dedicado a la perla de las Antillas, fue sin duda excesivo. En 1868, mientras estallaba en España la Revolución Gloriosa, amplias capas de la sociedad isleña acumulaban décadas de agravio, desde los terratenientes de la región de Oriente, ignorada por las autoridades en favor del más rico y fértil Occidente, hasta los cientos de miles de esclavos de origen africano sometidos a durísimas condiciones de vida.