La gigantesca manifestación de ayer, formada por gente pacífica y libre, fue un grito a tiempo en el Zócalo capitalino y calles aledañas para frenar la consolidación de un régimen antidemocrático y arbitrario, cuyo motor es el resentimiento con ropaje de “justicia social”.
Ayer vimos que debajo de la pesada niebla gris y desalentadora que crean las miles de mentiras, amenazas e infundios que por más de cinco años han salido de Palacio Nacional, hay un país vibrante que no se ha rendido al...