Habrá caído de alguna ventana. O de alguna mochila. Tal vez de algún portafolio. También puede que se lo haya olvidado alguien. O perdido. No lo sabe. Horas después pensó que alguien pudo haber interpretado que lo estaba robando porque lo levantó y se lo llevó. Fue instantáneo: vio ese álbum de fotos en la vereda, grande y disponible, sin dueño aparente, lo agarró, lo guardó entre sus cosas y se fue. Lo había cautivado un repaso indiscreto y fugaz...